El tiempo fue generoso, fue galán,
dijo: Siempre andaremos juntos.
Disfrutando de la compañía del tiempo
vi germinar mi vida,
por primera vez floreció una vida nueva,
y el tiempo dijo; es tuyo, cuídalo,
ámalo, tienes tiempo.
El tiempo, mi compañero, fue tormentoso,
amargo, triste, pero como tiempo al fin,
sigue irremediablemente.
Aún así mi vida renace de nuevo
en un amanecer de marzo.
Mi amigo el tiempo me acompaña de nuevo
en la formación y cuido de mi nueva germinación.
¡Qué bueno es el tiempo!
Inmenso es el tiempo, es generoso,
me permite tener en mis manos, jóvenes aún,
a mi tercera germinación.
¡Qué bueno es el tiempo! Se emociona,
muestra alegría, pero me advierte:
No más amiga mía.
Siempre me sigue de cerca mi amigo el tiempo,
si caigo él me incorpora de las terribles caídas.
Lloro por costumbre, río por imitación,
y mi amigo el tiempo, a mis espaldas, me da fuerza, me conforta.
¡Qué bueno es el tiempo!
Los favores que me ha dado el tiempo están vencidos,
tengo que pagarle al tiempo y darle gracias.
Pero ese necio, buen cobrador, sólo me alerta:
Tienes que pagar, me retiro amiga mía.
Fuiste falso amigo tiempo ¿No recuerdas mis raíces?
Grandes, medianas, chiquitas.
Anda tiempo, sé mi amigo, un poco más.
No me cortes el camino.
